Para admiración del mundo,
y pasmo de todo el Orbe,
hoy se remonta mi pluma
a las mas altas regiones,
aunque con turbado vuelo,
y llena de mil temores,
a registrar con cuidado
los más lucidos blasones,
los títulos mus honrosos,
los victoriosos pendones,
que en la batalla del Cielo
los ángeles vencedores
sacaron para triunfar
de aquellos fieros y enormes
enemigos declarados
contra su Dios, y los hombres.
Para contar de esta guerra
los ardides y funciones,
victorias y vencimientos,
castigos y galardones,
y cuanto allí sucedió,
no hay lenguas en todo el Orbe,
que lo puedan declarar
con adecuadas razones.
Pero no obstante diré
lo que pudiere conforme
al sentir de graves plumas
y ciertas revelaciones.
lo que pudiere conforme
al sentir de graves plumas
y ciertas revelaciones.
Estaba Dios Trino y Uno,
el Señor de los Señores,
en si mismo, con la Gloría
de infinitas perfecciones,
antes de criar los Cielos,
a los ángeles y hombres,
la tierra, el mar, animales,
arboles, plantas , y flores,
aire, fuego, y cuanto encierra
el mundo, y todos los Orbes.
el Señor de los Señores,
en si mismo, con la Gloría
de infinitas perfecciones,
antes de criar los Cielos,
a los ángeles y hombres,
la tierra, el mar, animales,
arboles, plantas , y flores,
aire, fuego, y cuanto encierra
el mundo, y todos los Orbes.
Se deleitaba en si mismo,
sin necesitar entonces,
para su gloria y grandeza
de servicios, ni de honores,
porque nada necesita
el Señor de los Señores.
Pero como a la bondad
es tan propio, y tan conforme
querer ser comunicables,
para que otros le gocen,
quiso la Divina Esencia
comunicar sus favores,
movido de su clemencia,
para que en admiraciones
gozasen de su bondad,
su hermosura, y perfecciones
criaturas racionales.
querer ser comunicables,
para que otros le gocen,
quiso la Divina Esencia
comunicar sus favores,
movido de su clemencia,
para que en admiraciones
gozasen de su bondad,
su hermosura, y perfecciones
criaturas racionales.
Por la cual determinóse
en el Divino Concilio
criar ángeles, y hombre
capaces de tanta gloria,
y que a Dios diesen loores.
Crió Dios en primer lugar
un palacio, o casa en donde
quería que le gozasen
los ángeles, y los hombres.
Con tanta magnificencia
echó el resto en sus primores,
que a vista de su hermosura,
las hermosuras del Orbe
son unas sombras, o nubes,
rasgos, manchas, o borrones.
Este Palacio es el Cielo,
que Empíreo tiene por nombre.
Crió la Divina Esencia
en esta Celestial Corte,
en este pensil ameno,
las criaturas mas nobles,
pues son por naturaleza
a las demás superiores,
y en diversas jerarquías,
y coros puso por orden,
repartiendo a cada cual
conforme quiso sus dones.
Los ángeles fueron estas
criaturas superiores,
que en gracia fueron criados,
y por muy justas razones,
antes que a gozar llegasen
de su gloria los favores,
quiso Dios manifestarles
Divinas revelaciones:
Entre las cuales propuso
en particular a un Hombre,
que por la unión con el Verbo,
tendría grandes honores,
sería Rey de los Reyes,
y Señor de los Señores,
a quien todos servirían,
y con grandes sumisiones
le darían la obediencia,
cultos, y veneraciones,
y a la diestra de Dios Padre
se sentaría este Hombre.
También les propuso Dios
una Mujer, cuyo nombre
es María Virgen pura,
que llenaría de honores,
de gracia y gloria, y sería
Reina, y Señora del Orbe,
de los Cielos, y de cuantas
criaturas superiores
criara la Omnipotencia,
basta las mas inferiores.
De cuyas puras entrañas
tomaría el ser de hombre
el Verbo Divino, cuando
se humanase con los hombres.
Intimados los decretos
en esta Celestial Corte,
no todos los admitieron
unánimes, y conformes;
unos rinden la obediencia,
y otros rebeldes, se oponen
a los decretos de Dios.
Comenzó, la guerra entonces.
Lucifer tomó la mano
muy lleno de presunciones,
de arrogancia y de soberbia,
juntando sus escuadrones,
y animándolos les dijo
con semejantes razones:
No es justo, soldados míos,
que quiera Dios, que los hombres
siendo por naturaleza
a nosotros inferiores,
tengan en el Cielo sillas
a las nuestras superiores.
Bien conocéis mi hermosura
mi ciencia, valor, y dones
mi grandeza, mi poder,
y mis grandes perfecciones,
y las ventajas que hago
a los ángeles, y hombres.
Luego a mi toca, y se debe,
que a la diestra de Dios tome
el lugar supremo en honra,
que Dios quiere dar al hombre.
¿Quién como yo, que en el Cielo
soy el príncipe mas noble
semejante a Dios, y lleno
de todas sus perfecciones?
Rey y cabeza he de ser
de los ángeles, y hombres,
que soy Luzbel, el mas rico,
el mas poderoso, y noble.
Pero lo que mas me irrita,
y llena de confusiones,
es que a una mujer y pura
quiere Dios, que yo la adore
por Reina y Señora nuestra
y esté sujeto a su orden:
no permita mi grandeza
semejantes sin razones.
Al arma, al arma, soldados,
contra Dios ponerse en orden,
y a los que a mi me siguieren
los llenaré de favores,
y de mi reino serán
nobles, y grandes señores.
Muchos ángeles siguieron
les dictámenes, y orden
de su capitán Luzbel,
y a Dios al punto se oponen.
Pero los ángeles buenos,
que vieron las sin razones
de Lucifer y los suyos,
levantando sus pendones,
echaron mano las armas
con la obediencia y el orden
que tiene Dios decretado
por justísimas, razones.
El arcángel San Miguel,
que tuvo licencia, y orden
del Rey Supremo, salió
rigiendo sus escuadrones
de Capitán General,
y con su escudo, y estoque
a la vista del contrario
empezó a descargar golpes
diciendo:
¿Quién como Dios?
¿Quién atrevido se opone
a los decretos mas justos,
que el Altísimo dispone?
¿Ignoras tu, Lucifer,
que el Señor de los Señores
nuestro Dios, es Sabio, y Justo,
infinito en perfecciones,
Criador Omnipotente,
y que todo lo conoce?
¿Ignoras, que te dio el ser,
la hermosura y perfecciones,
criándote de la nada,
y a todos tus seguidores?
Pues si nada tienes tuyo,
y de Dios son los favores,
sin que tu los merecieras,
¿cómo soberbio te opones
a la voluntad Divina
con tan falsas opiniones?
Si Dios es dueño absoluto
de los ángeles y hombres,
y de todas las criaturas,
y que todo lo dispone
sabia y justamente
con peso, medida, y orden,
¿por qué soberbio, atrevido
sus decretos no conoces?
Si Dios quiere que su Hijo
se humane, haciéndose hombre,
y que a su diestra se siente,
dándole tantos honores;
¿qué tienes tu contra esto,
cuando así Dios lo dispone?
Si también el Señor quiere
llenar de gracia y honores
a una mujer, y que sea
Madre de Dios hecho hombre;
¿qué agravio a ti, ni a los tuyos
te hace Dios por esta orden?
Si Dios quiere que nosotros
a esta Mujer, y a este Hombre
adoremos, y sirvamos,
y tengamos por señores,
Reyes de Cielos y tierra,
y seamos inferiores
en honras, dones, y gracias,
y ellos sean superiores;
¿qué tenernos que alegar
contra las disposiciones
del que es todo Poderoso,
sino rendir sumisiones,
venerando sus juicios,
y dándole adoraciones?
Eso no, dijo Luzbel,
mi grandeza no conoce,
ni permite mi poder,
que yo venere, y adore
por superior y cabeza
naturaleza de hombre:
en lo dicho me mantengo,
y todos mis escuadrones.
Caya blasfemo, atrevido,
dijo San Miguel entonces:
¿Quién como Dios?
Y esta voz
les fue tan terrible golpe
a Lucifer, y a los suyos,
que en figura de dragones,
de serpientes, y demonios,
como unos rayos veloces
del Cielo los arrojó,
cayeron hechos tizones
de las infernales llamas,
para que con sus rigores
paguen la pena debida
de sus locas presunciones.
les fue tan terrible golpe
a Lucifer, y a los suyos,
que en figura de dragones,
de serpientes, y demonios,
como unos rayos veloces
del Cielo los arrojó,
cayeron hechos tizones
de las infernales llamas,
para que con sus rigores
paguen la pena debida
de sus locas presunciones.
Pero a los ángeles buenos
les dio Dios muchos honores,
confirmándolos en gracia,
su gloria manifestóles,
que gozarán para siempre
con sus lucidos blasones.
Muera Lucifer soberbio,
con todos sus escuadrones,
viva Jesús, y María,
por siempre su dicha gocen.
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