Santísimo Padre y Patriarca,
glorioso San Ignacio de Loyola,
a quien Jesús escogió como fundador
de su sagrada Compañía:
Siendo revestido de todas las virtudes
que pedía este supremo cargo,
fuiste un ángel en la pureza de cuerpo y mente,
encargado de muchísimos trabajos y esfuerzos
dedicados a la mayor gloria de Dios
y por el bien y provecho de las almas.
Expulsaste demonios de los cuerpos y de las almas,
realizaste tantos y tan estupendos milagros
y obtuviste tantos dones de Dios
que no puedes ser menos que venerado
e invocado a través de los siglos.
y ahora continúas formándolos desde el Cielo,
cuando descansas en la gloria de Dios,
atiende mi súplica, glorioso santo,
pues espero tu bendita caridad,
la misma que guió tu vida y tus obras.
(Hacer ahora una petición)
Piadoso San Ignacio,
que aspiraste en tu vida,
y aspiras continuamente desde el Cielo,
a encender todo el mundo
en llamas del divino amor;
siendo el paraíso de todas las virtudes,
gracias y benevolencias,
tu gran y amorosa alma, no dejará
de escuchar mi súplica.
También, confiado en tu bondad y piedad,
imploro tu benigna caridad
para que me alcances que viva yo
una vida verdaderamente devota,
conforme a las obligaciones de mi estado,
observando perfectamente la ley santa de Dios
y que no buscando en todas mis acciones
otra cosa que la mayor gloria de Dios,
consiga cuando llegue mi momento,
una muerte dichosa en los brazos de Jesús,
en el amparo de María Santísima,
y en vuestra presencia.
Espero, santo mío, dulce y complaciente,
que me concedáis estas gracias
tan importantes para mi eterna salvación,
si es para mayor gloria de Dios,
honor vuestro y provecho de mi alma.
Amén
que aspiraste en tu vida,
y aspiras continuamente desde el Cielo,
a encender todo el mundo
en llamas del divino amor;
siendo el paraíso de todas las virtudes,
gracias y benevolencias,
tu gran y amorosa alma, no dejará
de escuchar mi súplica.
También, confiado en tu bondad y piedad,
imploro tu benigna caridad
para que me alcances que viva yo
una vida verdaderamente devota,
conforme a las obligaciones de mi estado,
observando perfectamente la ley santa de Dios
y que no buscando en todas mis acciones
otra cosa que la mayor gloria de Dios,
consiga cuando llegue mi momento,
una muerte dichosa en los brazos de Jesús,
en el amparo de María Santísima,
y en vuestra presencia.
Espero, santo mío, dulce y complaciente,
que me concedáis estas gracias
tan importantes para mi eterna salvación,
si es para mayor gloria de Dios,
honor vuestro y provecho de mi alma.
Amén
Su festividad se celebra el día 31 de Julio.
Nació San Ignacio de Loyola en la Provincia de Guipúzcoa de ilustres progenitores, y desde su niñez, mostró un ingenio vivo y despierto.
Se hallaba en la cama afligido por una herida que había recibido en la defensa de Pamplona cuando comenzó a leer libros piadosos, lo que hizo que su fe se encendiera en deseos de servir a Dios, y cuando sanó determinó cambiar de milicia y tener por Capitán en adelante a Jesucristo.
Dejó o distribuyó a los pobres cuanto tenia y sacrificándose a Dios, por medio de su Santísima Madre en Monserrat, se dirigió a Manresa. Aquí redactó sus piadosos ejercicios, los que compuso por orden, en un librito para uso y provecho de las almas, iluminado sin duda, del Espíritu Santo, por ser aún, en aquel tiempo, hombre rudo y sin estudios.
Pero para poder ser de utilidad a la gente comenzó a estudiar, empezando por la Gramática Latina y llegó a conseguir los grados de la Sagrada Teología. Buscó por compañeros a nueve de los mas sabios de la Universidad, e instituyó hacer una Compañía, a la cual determinó llamar de Jesús, y vivían en ella bajo la obediencia del Sumo Pontífice y en vida Apostólica, así lo confirmó Pablo III en el año 1540.
La gobernó el Santo, hecho primer Propósito General, con gran acierto, poniendo en ella santas y saludables constituciones y reglas.
La propagó por todo el mundo a costa de muchísimo esfuerzo y trabajo y obteniendo increíbles frutos de fieles e infieles, teniendo siempre delante la mayor honra y gloria de Dios. Descansó en paz el 31 de Julio de 1556.
Meditación de la vida de San Ignacio de Loyola.
San Ignacio trazó, en la soledad de Manresa, la planta del edificio espiritual, que había de labrar todo el tiempo de su vida, componiendo su libro de ejercicios espirituales, que es un compendio de lo que se debe hacer, y de lo que este glorioso Santo hizo, para llegar a la perfección.
El primer paso que dio, fue llorar sus pecados, de los cuales hizo rigurosa penitencia, y por allí has de empezar tu, para llegar a la perfección, derramando lágrimas de contrición, para borrar tus pecados, pues todos los Santos lo han hecho.
El segundo paso que San Ignacio nos enseña en sus Ejercicios, (y que él mismo ejerció) es que debemos imitar la vida de Jesús obrando y de Jesús padeciendo, por la gloria de Dios, y salvación de los hombres. Siguió San Ignacio este modelo de predestinados, imitando a Jesús en todo y trabajando toda su vida por la salvación de las almas, por lo cual padeció infinitas calumnias, prisión, y casi la muerte. Mira si imitas a Cristo y si trabajas a mayor gloria suya, como este glorioso Patriarca.
El tercer paso que condujo a San Ignacio al mas eminente grado de santidad, y por el cual quiere conducir a ella a los otros en sus ejercicios espirituales, es la perfecta unión con Dios. Para que este bienaventurado santo pudiese llegar a este grado, fue preciso desarraigarse de todo género de amor que le pudiese apartar de Dios. Sí tu tienes amor a las cosas del mundo, cada vez más, te alejarás de Dios.
Ruega por todos los que precisan ayuda y compañía.
Meditación de la vida de San Ignacio de Loyola.
San Ignacio trazó, en la soledad de Manresa, la planta del edificio espiritual, que había de labrar todo el tiempo de su vida, componiendo su libro de ejercicios espirituales, que es un compendio de lo que se debe hacer, y de lo que este glorioso Santo hizo, para llegar a la perfección.
El primer paso que dio, fue llorar sus pecados, de los cuales hizo rigurosa penitencia, y por allí has de empezar tu, para llegar a la perfección, derramando lágrimas de contrición, para borrar tus pecados, pues todos los Santos lo han hecho.
El segundo paso que San Ignacio nos enseña en sus Ejercicios, (y que él mismo ejerció) es que debemos imitar la vida de Jesús obrando y de Jesús padeciendo, por la gloria de Dios, y salvación de los hombres. Siguió San Ignacio este modelo de predestinados, imitando a Jesús en todo y trabajando toda su vida por la salvación de las almas, por lo cual padeció infinitas calumnias, prisión, y casi la muerte. Mira si imitas a Cristo y si trabajas a mayor gloria suya, como este glorioso Patriarca.
El tercer paso que condujo a San Ignacio al mas eminente grado de santidad, y por el cual quiere conducir a ella a los otros en sus ejercicios espirituales, es la perfecta unión con Dios. Para que este bienaventurado santo pudiese llegar a este grado, fue preciso desarraigarse de todo género de amor que le pudiese apartar de Dios. Sí tu tienes amor a las cosas del mundo, cada vez más, te alejarás de Dios.
Ruega por todos los que precisan ayuda y compañía.
ORACIÓN
Señor Dios y Padre nuestro,
que para aumentar la gloria mayor
de tu Santo y venerado Nombre,
fortaleciste al Bienaventurado
San Ignacio de Loyola
con un socorro nuevo
a la Militante Iglesia.
Concédeme hoy la súplica
que te he hecho en mi plegaria
con su auxilio y mediación,
y procúrame que merezca,
alcanzar la corona del Cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que contigo vive y reina,
en unidad con el Espíritu Santo.
Amén.
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