Todopoderoso y Eterno Dios,
Creador y Redentor de mi alma,
yo os doy gracias por haberme dado
en el humilde y bienaventurado
San Isidro Labrador,
un protector y abogado
de todas mis necesidades,
las miserias y trabajos de esta vida.
Me duele y me arrepiento
de todo corazón y con toda el alma,
de cuantas ofensas he cometido
contra tu divina bondad y espero
que por la intercesión de este Santo
me concedas la gracia
de purificar mi alma de toda culpa
para que haciendo con fruto esta oración,
merezca obtener las gracias que en ella solicito,
si es para gloria vuestra y bien de mi alma.
Glorioso San Isidro,
toda tu vida fue un gran ejemplo
de humildad, sencillez, trabajo y oración,
que mejor ejemplo que el tuyo
que mejor ejemplo que el tuyo
para enseñarnos a compartir
el pan y los gozos de cada día
con nuestros hermanos los hombres,
y solicitarte que el trabajo de nuestras manos
con nuestros hermanos los hombres,
y solicitarte que el trabajo de nuestras manos
nos de el preciado y ansiado fruto
para solventar las necesidades de cada día,
y que sea al mismo tiempo,
y que sea al mismo tiempo,
plegaria de alabanza al nombre de Dios.
que habitas hoy la celestial morada
en justo premio de tu singular piedad,
caritativo celo y santidad de vida,
sin que para practicar dichas virtudes
fueran obstáculo las ocupaciones
a que tenías que dedicarte
para ganar el necesario sustento,
tanto para ti, como para tu venerada esposa,
Santa María de la Cabeza.
Te suplicamos que seas nuestro intercesor
para que nuestros esfuerzos y trabajos
rindan, que así nos veamos recompensados,
como tu lo fuiste por Nuestro Señor,
y nuestras familias se vean libres
de necesidades, agobios y estrecheces.
Así mismo ruega a Dios por nosotros,
a fin de que este divino Señor
se apiade de nuestras miserias, y,
por un acto de su infinita bondad,
nos conceda vivir en paz en esta vida,
y que gocemos en la otra
las eternas delicias de la gloria.
Como tú, queremos acudir
con todo nuestro amor y confianza
a la bondad de Dios, nuestro Padre,
y ver su mano providente en nuestras vidas.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
San Isidro, es el patrón de Madrid desde el año 1212.
Nació en el año 1080 de padres muy pobres que no podían proporcionarle estudios, pero le enseñaron a amar a Dios y a aborrecer el pecado.
Se casó con Marií Toribia, conocida como Santa María de la Cabeza.
Cuando tuvo edad suficiente para trabajar, se empleó como labrador en la hacienda de un rico ciudadano de Madrid, llamado Juan de Vargas. Este último lo empezó a vigilar ya que le llegaron comentarios de otros trabajadores que lo acusaban de rezar en su lugar de trabajo y efectivamente comprobó que lo hacía, pero también vio que mientras esto sucedía dos ángeles empujaban el arado en su lugar y hacían su trabajo. Deslumbrado por estos hechos y algunas pruebas más a las que sometió al santo, Juan de Vargas se convirtió al catolicismo.
La ciudad de Madrid vivía entonces tiempos difíciles, ya que era la época de la Reconquista Española y durante el siglo XII hubo dos grandes invasiones de los reinos musulmanes del sur de la Península. Es en este contexto que vivieron Santa María de la Cabeza y San Isidro.
Posiblemente el milagro mas famoso de los que realizó San Isidro, se trate de que realizó con su hijo Illán, quien de niño, cayó a un pozo mientras su padre trabajaba. Dios escuchó las oraciones de María e Isidro e hizo que el agua del pozo subiera milagrosamente y, por lo tanto, devolvió al niño sano y salvo a sus padres.
En reconocimiento, los dos cónyuges se separaron y le confiaron a Dios una castidad perpetua. Ambos vivieron muy piadosamente, fieles a la oración y la Eucaristía, realizando muchos milagros y aunque seguían viviendo en la pobreza, siempre compartieron su comida con los más necesitados.
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