¡Oh, Poderoso Señor,
que con sola tu voz sacaste
de la nada los cielos y la tierra!
Tú que gobiernas con bondad,
benignidad y justicia el universo,
a Ti acudimos en nuestras necesidades,
porque Tú eres el único que puede salvarnos
de los peligros y tentaciones
de los peligros y tentaciones
en que continuamente nos vemos expuestos
a caer en este valle de miserias y tribulaciones.
Tú, que eres el Juez recto, pero misericordioso,
Tú, que eres el Juez recto, pero misericordioso,
que decreta la suerte de los hombres y los pueblos,
míranos con ojos de piedad.
No desoigas los lamentos de los pobres pecadores
que, contritos y humillados,
se postran ante Ti,
pidiendo compasión para sus extravíos
y olvido eterno para sus delitos.
Líbranos, Señor Omnipotente,
de todas las calamidades con que afliges y castigas
y olvido eterno para sus delitos.
Líbranos, Señor Omnipotente,
de todas las calamidades con que afliges y castigas
a los que se muestran rebeldes a tus leyes,
y muy especialmente
de los sacudimientos de la tierra.